Recientemente he tenido la
oportunidad de ser requerido a una entrevista de trabajo. Y eso, en los tiempos
que corren, es ya un éxito rotundo.
Sin embargo, el oso anda
últimamente de uñas y especialmente susceptible con quienes le intenten tocar
las pieles. Porque nos movemos en terrenos fangosos y repugnantes. Y tras la
oferta se esconde la condena. Tras la oportunidad, el verdugo. Y tras lo que
pudiera ser un disfraz de futuro, se oculta el rancio pasado de la barata desvalorización,
del yugo y del látigo, del “aquí todo vale si el resultado es que yo gane”, del
cerdo disfrazado de hombre o del hombre disfrazado de cerdo…
Pero… ¿cómo es eso?, ¿cerdo
disfrazado de hombre u hombre disfrazado de cerdo? Pensaréis que me he vuelto
loco…
En absoluto. Me explicaré. Tuve
el placer de revisar hace unos meses una OBRA MAESTRA que ya había leído en un
par de ocasiones con anterioridad y que debería ser releída por todos, al menos
anualmente, por mandato gubernamental. Aunque, pensándolo bien, quizá eso sería
lo que nunca ningún gobierno desearía. Me refiero a la fábula “Rebelión en la
Granja” de Eric Arthur Blair, o mejor conocido por su
seudónimo: George Orwell. Y esas eran las subversivas mariposas que estaban
revoloteando en mi estómago, cuando, tal y como os comentaba, recibí la “llamada
de la selva”.
Accedí a la cita y acudí
puntualmente afeitado, aseado y perfumado. Con mis mejores galas y referencias
(llegar ya había sido difícil, que no le quepa duda a nadie, porque no se
conforman con cualquiera, sino todo lo contrario). Y después de hacerme esperar
unos quince minutos, tal y como mandan los cánones en este tipo de situaciones,
una educada, simpática y bonita profesional de los recursos “humanos” salió a
mi encuentro para ofrecerme cálidamente la bienvenida: “Four legs good, two
legs bad”.
No entraré en detalles. No
quiero que el árbol impida ver el bosque. Y tampoco criticaré la labor de quien
cumple profesionalmente con su papel. Un papel que conozco perfectamente, por
desgracia, tras haber tenido que representarlo en el pasado. El caso es que,
mientras aquella modulada, armoniosa y extremadamente cuidadosa voz amplificaba
el mensaje del señor feudal que come hasta estallar, desde su torre del
castillo, viendo al pueblo morir de hambre, a mi mente fueron llegando las
imágenes del ilustrativo relato: El granjero, el cerdo mayor, el caballo
percherón, las ovejas, las gallinas, los perros, el burro, etc, etc, etc. Y…
claro está, los cerdos.
Lo que fue ideado como una
crítica explícita y manifiesta al sistema socialista imperante en la URSS, traspasa
con su sencillez, en mi opinión, cualquier límite temporal e ideología. Las
perlas son perlas, independientemente de quién porte el collar. Y las ostras
que las custodian, se cogen férreamente con las manos, se abren con un cuchillo sin compasión y se
comen vivas.
Hacía tiempo que quería
escribir algo sobre Rebelión en la Granja. Y aunque tenía varias ideas en la
cabeza, este reciente episodio me permite, en mi estilo, poder hablar de esta
MARAVILLA de una forma tan real, como presente y descarnada: Hoy “la
oportunidad, la prosperidad y el futuro”, basándome en mi vivencias, suponen la
venta del talento, el conocimiento, la experiencia, y… por qué no decirlo, el
alma a un precio de saldo y en “liquidación”. Alienándonos a súplicas, gracias, y besos
de anillos en manos rollizas. Parapetándonos en el “siempre puede haber algo
peor”. Y regalando el oro del pobre, que es EL ORGULLO Y LA DIGNIDIAD al precio
que tiene la sangría, es decir, a cambio de un bocadillo y un refresco, para no
sufrir el desfallecimiento o la muerte (aunque éstos sean en vida)
En definitiva, “TODOS SOMOS
IGUALES PERO ALGUNOS SON MÁS IGUALES QUE OTROS”. Bravo y gracias Mr. G.O.
A quien le pueda interesar, porque no conozca Rebelíon en la Granja, o porque quiera releerlo, recomiendo una versión ilustrada por Ralph Steadman de una forma magistral.
ResponderEliminarhttp://librosdelzorrorojo.bigcartel.com/product/b-rebeli%C3%B3n-en-la-granja-b-br-george-orwell-br-ralph-steadman
Y para los privilegiados que vivan en Murcia, hay un ejemplar en la Biblioteca Regional (AP 82-3 ORW reb).
A disfrutarlo!