El cabo Hopkins repartía las
cartas con la izquierda. Y, cuando lo hacía, su mano siempre estaba repleta de
ases. Él presumía de tener un don especial para el póker, aunque todos sabíamos
que sólo era una descarada habilidad para hacer trampas. Sin embargo, nunca dijimos
nada. Puede que por respeto a su condición de veterano excombatiente en Vietnam.
Quizá por consideración a sus años, y a que esas victorias eran la única
alegría que le quedaba a aquel pobre diablo. O tal vez porque, después de repartir
las cartas con la izquierda, el viejo cabo Hopkins desenfundaba su revólver y
lo ponía sobre la mesa con la derecha.
Relato ganador de la semana:
ResponderEliminarNecesita mejorar
El cabo Hopkins repartía las cartas con la izquierda, con rapidez y precisión, mientras que con la derecha hacía blanco seis veces en una diana a cincuenta metros. Simultáneamente, mantenía en equilibrio, sobre su nariz, una vara de bambú sobre la que rodaba un plato a la vez que, con un pie, daba incontables toques a un balón de cuero sin que le cayera al suelo y en la otra pierna giraba un aro sin parar. No fue suficiente para ascender a Sargento. El Tribunal apreció cierta rigidez en su mirada.
Aquí dejo el enlace para quien quiera leer los relatos finalistas:
http://www.escueladeescritores.com/relatos-en-cadena-2013