Hace algunas noches me fue
imposible dormir. La llegada de la primavera trae consigo el sol, un clima más cálido,
flores, luz, color, amor… Cosas tan apetecibles que hacen fácil de vender esta estación
como la preferida para la mayoría. Pero no para mí.
Y es que mis genes traen de serie
dos “Aes” que me joden la primavera. A y A, es decir, la Astenia y la Alergia.
En cuanto a la primera, al ser
primaveral, puede ser sufrida por bastantes más personas en estos días. Y vaya
que, aunque a uno le puedan llamar tonto al consolarse por esto, la verdad es
que la cara de cansancio parece menos repugnante en el espejo del ascensor
cuando el resto de sus ocupantes también se han apuntado a la moda gótica con
ausencia de maquillaje.
Sin embargo, en cuanto a la
segunda de las Aes, la de la Alergia. Resulta significativo que, aunque, como la
anterior, es también sufrida por otras personas, por muchísimas otras personas,
en su caso esta circunstancia ni me consuela, ni me importa en absoluto. La
razón: las rinitis son particulares e intransferibles. Y, por ende, la mía es
mía, y sólo mía. No la comparto. No quiero saber nada de la de los demás. Y la
sufro en mi más íntima y silenciosa soledad.
Ella y yo nos conocemos desde
hace tanto tiempo que, aunque nos encontramos año tras año en este viaje, y
sabemos de qué pie cojea cada cual, no podemos aguantar la tentación de
hacernos la vida imposible el uno al otro. Yo a ella con antihistamínicos,
humidificadores, un rollo de papel higiénico (ya que los kleenex resultan sólo armamento
ligero) y absoluta reclusión llegado el caso. Ella, conocedora de lo que me
jode, con ácaros, aire a raudales, irritación y mucosidad. Una abundante, líquida
e incontenible mucosidad.
Así que, tal y como decía, y tras
desviarme (espero que lo justo) para contextualizar mi estado físico, hace
algunas noches me era completamente imposible conciliar el sueño (dejo la
descripción de los detalles de dicho insomnio a la imaginación de cada uno). Por
lo que me levanté, leí un rato, tomé un vaso de leche, ordené algunos papeles y,
a eso de las cuatro de la mañana, completamente convencido de que regresar a la
cama sería completa e inequivocamente inútil, me dispuse a ver la última película de
Tarantino: Django desencadenado.
Ciento sesenta y cinco minutos.
Más de dos horas y media de metraje que suponía llegar a las seis y media de la
mañana (hora a la que se levanta mi bebé sea día laborable, festivo, haga
calor, llueva, truene, sea verano, invierno o primavera) sin pegar ojo.
Me dio una pereza tremenda, no lo
negaré. Pero, tras estornudar y sonarme los mocos una vez más, pulsé resignado el
botón play del reproductor. Y comencé a verla.
Os seré sincero. La rinitis no
cesó en absoluto, quizá todo lo contrario. Los ojos me picaban a rabiar. Pero
aquello pasó a un segundo plano. Porque, desde el minuto uno, un Tarantino completamente
desbocado (…por lo del western) me hizo volver a los ochenta y a mi infancia de
películas de videoclub no recomendadas para menores de 18 años que veía desde
los 7. No desvelaré mucho, no quiero estropearle a nadie la peli. Sólo diré
tres cosas: tiros, sangre y entretenimiento. Y esta última la repetiré otras
tres veces: entretenimiento, entretenimiento y entretenimiento. Hip hip hurra!!
La película se pasó volando a pesar de su
duración. Y terminó con una musiquilla excepcionalmente elegida, tal y como
siempre hace “Tinín”. Llamo así a Quentin, porque aunque no lo conozco en
persona, es como si él me conociera a mí de toda la vida. Cómo, si no, sería
capaz de ofrecerme, en una noche como aquélla, lo que ni yo mismo sabía que
necesitaba.
El día siguiente fue horrible. La rinitis seguía allí y las ojeras eran incluso más grandes que el cansancio que las originaba. Pero, aunque las películas de Tarantino, en la mayoría de
los casos, me han gustado bastante, recordando ésta, con una sonrisa en la boca, sólo podía declararme "desbocadamente" incondicional.
Así que, sin ninguna duda, os recomiendo que la veáis. Eso sí, no esperéis que deje poso, porque él tampoco lo espera.
Y después de esta extraña
crítica, ¿qué otra cosa podría hacer para vendérosla? os pegaría mi rinitis, pero son individuales, las alergias no se
transmiten…
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